sábado, 9 de julio de 2011

• MODELO PRODUCTIVO SOCIALISTA – ANÁLISIS DEL IMPACTO DESDE LA PERSPECTIVAS DE UNA EMPRESA PÚBLICAS, EMPRESA DE LA ECONOMÍA SOCIAL Y EMPRESA PRIVADA.



La economía venezolana exhibe una vibrante expansión económica en los  últimos  3  años  que  la  convierte,  sin  la  menor  duda,  en  la  economía  de  mayor  crecimiento del Continente. El crecimiento del Producto Interno Bruto de los últimos 12 trimestres promedia 12,2%, una reacción a expansiones de magnitudes aun mayores en el gasto público y en  el consumo privado. El producto por habitante del país, que  en el año 2003 era de 3.250 US$, ha remontado a 5.630 US$ en 2006. El consumo público y privado ha desbordado la capacidad de producir bienes y servicios en una magnitud tal, que el valor de las importaciones triplica el nivel registrado en 2003. Potenciado por el impacto de los crecientes ingresos petroleros, el  sector externo venezolano presenta una solidez como no se ha había visto en el país en décadas. Venezuela registrará este año un nuevo record de superávit en  cuenta corriente (con 27.000 millones de US$), y la posición de reservas internacionales, en el orden de los 35.000 millones de US$, duplica los mejores  registros de las décadas de los setenta y ochenta  y más que triplica los niveles de apenas 4  años atrás. Una seguidilla de años de gestiones fiscales deficitarias ha dado paso a un superávit en las cuentas de gobierno central el pasado año, y en términos netos, el sector público ahorra  internamente así como en el exterior. La deuda doméstica como proporción del  PIB, cuya aceleración levantó señalamientos como preocupaciones en los analistas en los últimos años, viene disminuyendo y se ubica en 11,1 puntos del PIB, y la deuda global en apenas 36,6 puntos del PIB, cifras que habrían de pintar de rubor y envidia la cara de cualquier ministro de finanzas europeo.

           La inflación  sigue siendo un problema crónico en Venezuela, pero  en perspectiva, el país parece haber dejado atrás los registros inflacionarios de la década de los noventa. En esencia, la economía venezolana presenta un panorama macroeconómico digno de ser recompensado por los mercados financieros externos y las calificadoras de riesgo.  Pero el juicio que deriva de la macroeconomía tanto como de los mercados financieros y sus consonadas calificaciones de riesgo se rige demasiado a menudo por una lógica de corto plazo. Su alcance en consecuencia es limitado. A decir verdad, la perspectiva  de que una coyuntura estable y favorable pueda perpetuarse y constituirse en una senda de progreso o desarrollo, pende en forma decisiva de otro tipo de apuestas. En  ese ámbito del análisis vale más conocer cuales es el rumbo y la naturaleza de los cambios que ocurren en la estructura económica y cuál es el patrón de especialización económica que se promueve. El desarrollo económico es un proceso estrechamente vinculado a estos aspectos. ¿Cuál es el Modelo de Desarrollo?  Que la economía venezolana atraviesa por un período de intensos cambios  estructurales no debe ser secreto para nadie. No podía menos que ser así, en un ambiente donde hay un reacomodo del poder político, y donde las reglas de juego y los cambios institucionales van de la mano con el avance de una gestión que dice ampararse en una revolución. Pero a la pregunta sobre cuál es el modelo de desarrollo por el que ahora Venezuela transita, el venezolano común, a lo sumo, parece tener algún grado de conciencia del dramatismo de los cambios, mas no parece hacerse un criterio claro de que es lo que está ocurriendo y como evaluarlo. Sin embargo, ocho años de marchas y contramarchas, de grandes osadías y atrevidas invenciones comienzan dar a luz a un modelo más sistemático de economía alternativa; más específicamente, un modelo productivo que se organiza bajo el poder financiero del Petro-Estado.
     Macry Zamora F



                      



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