sábado, 28 de mayo de 2011

Pedagogía del Oprimido desde la Concepción “Bancaria” de la Educación como Instrumento de Opresión

Por: Francisco J. Pérez G.
   Quisiera comenzar estas líneas con una reflexión propia del tema: El opresor “sabe” oprimir, es algo que conoce muy bien, inventa, crea, recrea herramientas para ello. Es esto precisamente lo que lo hace tan oprimido porque no sabe cómo no hacerlo, cómo evitarlo o cambiarlo, ni cuestiona ni critica su posición, ni realmente sabe como liberarse de ser opresor. Está solo, se reúne con otros opresores y éstos son como él, ignoran su dependencia, no aman, no dialogan. Traman, urden, planifican, proyectan en su mundo, con su visión predeterminada de ganar, obtienen y destacan. Sin embargo, debemos reconocer que lo hacen bien, logran lo que se proponen irónicamente como oprimidos.

          El padre de ésta pedagogía, Paulo Freire, propone en su obra una “Educación Liberadora” en contraposición de la bancaria o tradicional, por considerar ésta como opresora. Entendiendo como opresión la violación de los derechos de la persona humana. Plantea un proceso distinto de intercambio “educador-educando” a través del dialogo activo en la búsqueda de una visión y pensamiento crítico del mundo, en lugar de la pasividad que caracteriza a la educación bancaria como simples depositarios de conocimiento, actuando el individuo en el sistema como una máquina que repetirá procesos y originará simples productos.

          Los estudios de Freire de una educación anti opresora debe verse desde los enfoques social, económico y jurídico, puesto que la educación abarca todo el quehacer humano y enmarca los fines esenciales que se plantean en los pueblos, recogido éstos en la mayoría de las Constituciones de los Estados, como punto de partida hacia el camino del desarrollo de las Naciones.

          El primer enfoque social, tiene su nacimiento originario con el Contrato Social, según Jean-Jacques Rousseau, como raíz más pura, ya que éste parte de la idea de que todos los miembros del grupo (Estado) están de acuerdo voluntariamente, admitiendo así su autoridad, normas morales y legales a los que serán sometidos. En otras palabras, constituye la aceptación de la autoridad política y del orden social, dando al Estado su propósito y originando los Derechos Humanos.

          Por lo que Paulo Freire, a través de su frase “Nadie libera a nadie, ni nadie se libera solo. Los hombres se liberan en comunión”, concibe de ésta forma a una sociedad que coadyuva la liberación no individual, sino colectiva, considerando por igual a todos sus integrantes, eliminando la posibilidad de opresores y oprimidos, altos y bajos, superiores o inferiores. Planteada así, una sociedad es más verdadera, autentica y plural, porque no necesita mitificar la realidad ni mantener ocultos los conocimientos o que éstos se depositen en manos de unos pocos.

          Desde el punto de vista económico la educación bancaria, se fundamenta en la ignorancia de las masas, su supuesta pasividad, pereza y miedo. Freire desmitifica esos supuestos por considerarlos perversos, además de falsos y propone liberar esas ataduras, transformando esa realidad y restaurar la autentica condición del ser humano que es la tendencia ineludible a “SER MAS” en oposición a “TENER MAS”.

          La economía siempre se ha concebido como la base fundamental para el desarrollo de los pueblos. Sin embargo, éste constituye otro mito, ya que los pueblos oprimidos nunca se tornarán en desarrollados por haber sido indoctrinados en la dicotomía “opresor-oprimido” y frases como “La voluntad de Dios” u “orden natural del mundo”, repetidas durante 400 años.

          El enfoque jurídico es un tanto más delicado dadas las características de su estructura en los países latinoamericanos y a su tan vulnerada trayectoria. Además, es el único que representa un Poder y como tal es en sí mismo regulador de los anteriores enfoques.

          La Pedagogía del Oprimido es fiel reflejo del sistema legal opresor, en cuanto a que tanto el opresor como el oprimido son víctimas de su propio discurso, es decir, el primero detenta las leyes y se posesiona de los derechos; el segundo está obligado a cumplirlos y es controlado por ellos. Todo esto con total impunidad, en complicidad con las líneas políticas para así conformar un estilo de vida.

          Existe una sofisticada estructura de controles que atrapa en finas redes hasta al más atento observador, con el fin de adaptarlo y así ilusamente se creerá libre, hasta satisfecho, cuando en realidad está sumergido en el sojuzgamiento de sí mismo o de otros, a través de lo que denomina  “indicadores bancarios”, como por ejemplo la tan respetada disciplina, la pasividad, los privilegios, las infinitas colecciones de datos o la generalización, entre otros.

          En términos de Freire, este control y todos sus indicadores son opresivos, porque constriñen la libertad por considerarla peligrosa para el sistema de dominación. La educación y el trabajo son utilizados como crueles herramientas que sumergen al ser humano en un ciclo repetitivo de deformación y esclavitud, es decir, se le educa para el “trabajo productivo”, se vive para trabajar, sin tiempo para vivir.

          Como bien lo expresa Kosik: “El hombre existe siempre dentro del sistema… Al mismo tiempo, el hombre, está siempre por encima del sistema y – como hombre – No puede ser reducido al sistema”.

          Paulo Freire, en su estudio, propone una pedagogía que no está hecha o predeterminada; que debe ser construida con, por y para los agentes del proceso (educador – educando / patrono – empleado) en un contexto o entorno socio – histórico – cultural.

          Hablando de indicadores y controles, es oportuno señalar que estos no deben verse siempre de una manera negativa, puesto que el ser inacabado o inconcluso es una resultante directa del proceso de búsqueda, el cual propicia las soluciones en senderos colectivos.

          Por otra parte, la Pedagogía Liberadora considera a ambos (opresor y oprimido) como agentes de cambio e irónicamente señala que el oprimido es el llamado a liberar al opresor y no a intercambiar roles, sino dialogar inteligentemente para transformar la naturaleza social y las dimensiones jurídicas en las cuales están inmersos para tener capacidad de acción y reflexión permanente. Freire lo llama “pronunciar al mundo”.

          Se trata de invertir los procesos y dejar de hospedar al opresor o al oprimido en sí mismo a través de estrategias desmitificadoras como el cuestionar la realidad con pensamientos críticos colectivos, auténticos y dialógicos que tiendan a la madurez político-social de los pueblos llevándolos a una nueva dimensión educativa, solidaria y comprometida.

La confianza es un desafío.

Referencias Bibliográficas:

-        Freire, Paulo. Pedagogía del Oprimido. Siglo Veintiuno Editores. 49ª. Edición. Mexico, D.F.

-        Garrote, José. El Contrato Social. Cofas, S.A. Madrid, España.

-        Kosik, Karel. Dialéctica de lo Concreto. Paz y Tierra. 1976. Rio de Janeiro, Brasil.

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