sábado, 11 de junio de 2011

Inserción de las Estructuras Planificadoras en los Procesos de Producción y Reproducción de la Sociedad.


Por: Francisco Pérez.

Históricamente la estructura en materia social, económica y jurídica no estaba planificada de forma coherente, es decir, cada sector apuntaba a intereses específicos  y el ente político actuaba como centro de decisiones, adoptando ésta modalidad a través de un poder compartido en el cual el Estado era regulador o empresario y protector del quehacer económico. Estas funciones lo atrofiaban políticamente, ya que las estructuras socioeconómicas dominaban el espacio dejando poca libertad de inherencia  de otros sectores también productivos pero no hegemónicos.

          Con el devenir de del tiempo aparece el Estado protagónico con un modelo económico mixto y planificación orientada a la solución de problemas coyunturales, fue llamado el Estado Desarrollista apoyado en la tecnología que planificaba para la crisis; las variables aparecen como presión y condicionante que quiebra la planificación antecedente para dar respuesta inmediata a los intereses económicos y sociales colectivos. Visto así, no existe estructura ni planificación porque los fines son variables y responden a situaciones no permanentes. Una vez solventada la crisis se vuelve a la estructura social excluyente subordinada a la producción de capital a la antigua forma de utilización de la renta.

          Recientemente, las estructuras planificadoras de inserción en el proceso productivo tienen una relación más estrecha Estado-Sociedad, lo cual les da flexibilidad para el cambio, transformación y reformas con parámetros más horizontales tendientes a la inclusión en el modelo productivo cohesionando fuerzas sociales, generando autonomía genuina en la tormo de decisiones, que no eliminan mutuamente, seguirá existiendo empresas de capital privado, empresas del Estado y empresas de economía social, así como las iniciativas mixtas como estrategias de la participación.

          Este enfoque parte del seno mismo de la economía hegemónica altamente dependiente de intereses ajenos a la socialización. El organizativo socio-territorial prevaleciente privilegiaba la concentración en subsistemas con lo cual la desigualdad y el desequilibrio en la distribución del ingreso generaban una economía dominante y unilateral.

          El impacto en las actividades humanas colocaba en riesgo la capacidad productiva de la gran mayoría de la población. Los intentos por resolver esta contradicción se presentaba a través de los planes y proyectos de gobierno que lejos de solucionar incrementaban el endeudamiento, la inflación, el déficit y en consecuencia el estancamiento económico, que al no estar separado de lo social, desajustaba peligrosamente el ya delicado tejido de las relaciones institucionales.

Este recorrido histórico conducen a una evidente conclusión: Las estructuras sino se renuevan se vencen, es así como las constantes reformas de las mismas pueden resultar un paliativo a lo corto y mediano plazo, pero no garantizan la permanencia del andamiaje, porque para cubrir su fin ya no es apta, por lo tanto se impone una visión más estratégica en el planeamiento que implique la integración de todos los elementos, así como las funciones de la nueva estructura. De allí que se plantean ejes de desconcentración y fachadas que dinamicen la organización espacial, histórica, jurídica y sociocultural, tanto en el ámbito interno como en lo internacional.

En el contexto venezolano, encontramos en el Proyecto Nacional Simón Bolívar 2007-2013, esbozado en Octubre 2006, las propuestas de nuevas estructuras que responden a un plan político de economía social y desarrollo endógeno. En ellos se describen las bases del ordenamiento económico y productivo del país siguiendo Siete directrices fundamentales; ética, inclusión social, protagonismo social como fuerza colectiva, estructura productiva horizontal, modificación de la estructura socio-territorial a través de la desconcentración interconectada, generación de inversiones productivas internas con capacidad de exportación y multipolaridad mundial.

Es así como las estructuras planificadoras para la inserción en el proceso de producción y reproducción de la sociedad deben ser orientadas para que las metas de igualdad social puedan ser consumadas.

Subyacente a las estructuras se encuentran las infraestructuras, que vendrían a garantizar el cabal funcionamiento de la primera a través de servicios, conexiones y redes, a veces no visibles pero de valor imponderable. Por encima de ellos está la llamada superestructura, la cual es de índole teleológica pues tiene que ver con todos los fines últimos para las cuales se planearon las dos anteriores. Además incluye la ética, lo espiritual y psicológico, la tolerancia, los valores, entre otros.

Circunvalando y a su vez sentando las bases, encontramos al estamento legal, sin el cual la estructura planificada resultaría improcedente, por lo tanto el sistema jurídico debe ser coherente con la estructural socio-institucional. Se entiende que el bien común determina el sentido de lo justo y lo bueno, el contenido de la legislación general debe ser ético en la democracia protagónica, la justicia está por encima del derecho; y las condiciones materiales que garantizan el bien común (educación, salud y trabajo) están por encima de la simple formalidad de la igualdad ante la ley y el despotismo mercantil. La preservación de los derechos y la solidaridad en comunidad legítimamente concebidos a través de la cooperación social, no admite intereses particulares impuestos ante el interés general.

Los máximos estatutos reconocen la soberanía y su ejercicio en el pueblo que lo detenta siempre, pues es indelegable, indivisible e intransferible, ya que todos no pueden estar en contra de sus propios intereses comunes. El ejercicio de los derechos implica la corresponsabilidad social del ciudadano y por lo tanto es garantía de que la estructura diseñada para su inserción productiva logrará los fines por ella propuestos, pues el ciudadano es tanto participante como contralor.

La reproducción social no pretende perpetuar el modo de producción sino hacer de esta más perfectible en cuanto a la nueva forma de utilizar la diversidad de una manera cooperativa verdaderamente integral y justa, no solo en lo humanístico sino con la naturaleza y el planeta. Se trata de superar las dificultades que la sociedad impone con trabajo creativo y generador equilibrando las relaciones entre todos los factores e impulsando el desarrollo sustentable, con lo cual se definiría reproducción social como sustentabilidad, respeto a la biodiversidad y humanismo.

Referencias:

-        Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. 1999.

-        Giordani, Jorge. Planificación, Ideología y Estado: Caso Venezuela. Vadell Hnos. 1986. Valencia – Venezuela.

-        Proyecto Nacional Simón Bolívar. Desarrollo Económico y Social de la Nación. 2007. Caracas - Venezuela

-        Velásquez, José. Estado, industrialización y planificación en Latinoamérica. 1999. UDO. Venezuela.

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